La susceptibilidad
era el punto más bajo de la razón necrótica de la situación de la furia. Así
mismo, los escandalosos comentarios de aquel suceso la obligaban a entrar a un
proceso de ansiedad, en donde las marcas de fluctuación, variaban constantemente
sobre sus hombros. Sabía que era ciclotimia extrema y que no había que hacer,
puesto que se negaba a compartir la idea de los demás de ingresar a un hospital
por sus trastornos. No había nada que hacer, ya era demasiado pernicioso para
comprobar cualquier teoría de lo absurdamente doloroso. Ahora, se me hacia
fantásticamente degradable, el hecho de que su piel se erectara tan fácilmente, provocando en mi una
fijación casi sexual al pensar en sus pezones… Ya no era nada prudente seguir
alcanzando el tacto de su tobillo, la mordida de la esquina y un beso
fluorescente que ya no me era atractivo. Buscaba inútilmente una excusa mas
para deshacerme de eso, justificando mi delirio con una carga de conciencia
moral y conceptual. Necesitaba de un problema mínimo para consumir un
psicoactivo y presentarme ante mí como uno más.
Una
razón me arde más… Hasta ayer, no
me habías dejado ir.
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